Un poco cierto, un poco cuento

De regreso... de unas vacaciones inspiradoras...

1

Siempre deambulan por ahí algunas historias de miedo, de esas que nos hacen castañetear los dientes. Pero pocas son las veces que podemos verificar hasta donde todo es puro cuento y por dónde la realidad se asoma.

En el interior de mi país suele hablarse mucho de estas cosas, luces malas, espíritus que no tienen paz y revolotean en la noche asustando a cualquier desprevenido, lobizones, en fin, historias hay muchas.

Estando yo de vacaciones, escuché hablar de la "casita". En realidad el nombre en sí no me despertaba curiosidad alguna, pero mi primo Jorge (mi madre y mi tía son unas genias a la hora de bautizar a sus hijos) tenía una inquietud desmedida por conocer ese lugar.

Escucharlo hablar con tanto entusiasmo y pavor a la vez, francamente empezaba a inquietarme.

-Dicen que en la casita habita el espíritu de una mujer que murió porque su marido, en un ataque de locura extrema la acuchilló sin piedad.

A cada dato que Jorge aportaba más intrigada estaba, quería saber más sobre el asunto. ¿Dónde estaba la dichosa "casita"? ¿Vive allí alguien ahora? Creo que lo acribillé a preguntas, al punto tal que terminó por decirme:

-¡Vamos!

Puedo asegurar que no es eso algo que quiera escuchar de mi primo, pues si él está dispuesto a algo, ya no habrá forma de disuadirlo y su propuesta era llevarme con él.

Sin escape, sin pensarlo mucho, con algo de miedo, como dos locos intrépidos, nos lanzamos a la aventura.

Apenas el cielo enrojeció por el sol que ya se ocultaba, salimos los dos hablando lo mínimo.

La "casita", se encontraba en los montes, escondida entre pinos y eucaliptos, no muy lejos de donde parábamos. Sin embargo, demoramos en ingresar al lugar, ya que yo buscaba cada dos por tres excusas al pasar pensando en zafar de algún modo... ¡Cuántos mosquitos! ¡Me arañé la pierna con esa rama! ¡Tengo ganas de ir al baño!

La cuestión es que ninguna de mis peticiones fue escuchada y avanzamos hacia el lugar a medida que se iba haciendo de noche.

Poco rato pasó, cuando una casucha algo derruída se veía entre los árboles. No tenía aspecto nada especial, más bien parecía la caseta de un cuidador, pero bueno, Jorge gritó a plena voz:

-¡Ahí está! - y mis piernas intentaron un escape mágico e imprevisto pero sin éxito alguno. Nos miramos fijamente sin pronunciar palabra. A Jorge los ojos le brillaban como chispitas. Mi cara no sé qué expresión tenía, pero seguro no era digna de alguien enteramente en sus cabales - (bueno, tampoco lo soy, así que no sé bien cuál sería la diferencia).

De a poco nos fuimos aproximando, en mi caso a pasos cada vez más cortos.

De un ventanuco desvencijado, sin vidrios ni nada, empecé a escuchar unos extraños gemidos de mujer. Me sentí paralizada, el miedo me ganó el cuerpo y la razón, quería correr a toda marcha pero mi primo me sujetó del brazo impidiéndomelo.

Le grité si estaba loco o qué le pasaba, me solté de un giro y escapé a toda marcha del lugar.
Llegué a casa transpirada, con la lengua colgando por la corrida y el miedo.


Mi cara era un poema de horror y mi madre no dudó en preguntarme qué me pasaba...


Así que entre titubeos le fui explicando como pude toda la situación desde el comienzo hasta los espeluznantes gemidos de ultratumba que salían de "la casita".
(La imagen es puramente ilustrativa)
.....

2

Ella se peinaba, se miraba frente al espejo, se delineaba los ojos y coloreaba sus labios con un lapiz labial que se llamaba "Rojo Pasión" (conveniente para el encuentro). Sí, ese sería un día especial para ella, porque había pactado consigo misma que se entregaría por vez primera a su gran amor.

Muchas veces él le había insistido que si lo amaba tenía que demostrárselo y el único modo posible era sellar ese verano con un encuentro apasionado.

¡Cuantas veces soñó la chica con su primer momento de amor!

¡Cuántas veces pensó el chico que la muchacha estaba muy linda y que se la quería llevar a "la casita" del monte, donde podría estar con ella sin que nadie los molestara... Y disfrutarla y quererla y tenerla...

3

Y yo, justo voy a caer en el momento más inoportuno solo por creer en fantasmas!

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Si llegaron hasta aquí: ¡Gracias!

Si tienen alguna historia espeluznante que compartir, me encantará leerla (prometo no morder!)

o Jorgelina o